miércoles, 23 de abril de 2014

El Maracanazo, la final más impactante de la historia

El gol de Ghiggia, el mayor impacto Mundial: el Maracanazo.
Siempre habrá un antes y un después del Maracanazo. Sin dudas, el Mundial de Brasil 1950 marcó una bisagra en el cuanto a la concepción de la gloria o la desilusión total que predica la atmósfera de los exitistas. Para ellos, salir campeón del mundo significa llegar a la gloria en su máximo esplendor, pero salir segundo representa el mayor de los fracasos que pueda haber en la vida.

Así lo ha vivido el pueblo brasileño desde el principio de esta Copa del Mundo hasta la histórica final del 16 de julio de 1950 frente a Uruguay en el Maracaná, el estadio “O mais grande do mundo” creado especialmente para la ocasión, cuyo desenlace ha llegado hasta la más profunda de las humillaciones deportivas para un pueblo que vive del fútbol como una expresión de esperanza, de progreso y de futuro.

Pero aquella derrota  ha desangrado los corazones de los brasileños que fueron al extremo comparándola con la mismísima muerte, en un episodio que jamás quisieran volver a recordar.

UN MUNDIAL HISTORICO Y COMPLICADO

El cuarto Mundial volvió a disputarse después de 12 años, tras la Segunda Guerra Mundial  (1939-45) que destrozó al continente europeo. Argentina iba a ser sede de la Copa si se respetaba la alternancia entre europeos y americanos país anfitrión, pero la FIFA le concedió la organización a Brasil, y eso provocó el disgusto de los subcampeones de 1930 que, a pesar de la inscripción previa, decidieron no jugar las eliminatorias luego de haber mantenido un fuerte conflicto diplomático-deportivo con el país vecino.

Argentina  no fue el único desertor,  sino que otros países europeos tampoco pudieron jugar la clasificación a raíz de las consecuencias que ha dejado la Guerra. La FIFA invitó a Francia y a Portugal (eliminados en las eliminatorias) pero ambos se negaron a jugar. Además, el máximo organismo del fútbol mundial descalificó a Alemania por haber sido el país que causó el conflicto bélico más importante de la historia.

En cambio, Inglaterra, alejado por motus propio de cualquier competencia por jactarse de ser los inventores del fútbol, venció su arrogancia y por primera vez se alistaba para una Copa del Mundo. Mientras tanto, otros tres clasificados (Escocia, Turquía e India) no quisieron ir al Mundial, por lo que la Copa se jugó con 13 equipos en lugar de 16. Se mantuvieron los grupos a pesar de la ausencia de los participantes.

El Grupo 1 estaba compuesto por Brasil, Yugoslavia, México y Suiza y el Grupo 2 estaba integrado por Inglaterra, España, Chile y Estados Unidos.  En el Grupo 3 había tres equipos: Italia (bicampeones del mundo) Suecia y Paraguay)  mientras que en el Grupo 4 tan solo había dos países: Uruguay  y Bolivia.

De acuerdo al reglamento de aquel momento, solamente clasificaban los ganadores de cada zona para luego disputar un cuadrangular final. El equipo que sume la mayor cantidad de puntos se proclamaría el nuevo campeón del mundo.

Brasil había comenzado con un paso arrollador al aplastar a México (4-0). Inesperadamente empató frente a Suiza (2 a 2) pero no tuvo problemas en clasificar primero en el Grupo 1, luego de haber derrotado a Yugoslavia (2-0).

España se había clasificado invicta en el Grupo 2, con tres derrotas consecutivas frente a Estados Unidos (3-1), Chile (2-0) e Inglaterra (1-0).

El Grupo 3 fue para Suecia, que derrotó a Italia (3-2) y después igualó con Paraguay (2-2), y en el Grupo 4, Uruguay avanzó a la ronda final a pesar de haber disputado un sólo partido que fue victoria de los charrúas por un asombroso 8-0 frente a Bolivia.

La ronda final se jugó con los cuatro clasificados de cada zona: Brasil, España, Suecia y Uruguay.  Los locales comenzaron con un arrollador 7-1 frente a los suecos mientras que La Roja y La Celeste habían igualado por 2-2.

Brasil nuevamente confirmó su favoritismo con otra impresionante goleada en el segundo partido frente a España (6-1), y quedó a un paso del título. En cambio, Uruguay asomó con aquel 3-2 frente a  los escandinavos.

Solamente quedaba por disputarse la tercera y última fecha. Brasil encabezaba la zona con 4 puntos y con apenas un empate frente a Uruguaya se consagraría campeón del mundo por primera vez y en su propia tierra…

El equipo de Uruguay campeón del Mundo en 1950.
LA FINAL

Brasil venía con el ánimo por las nubes por haber obtenido dos trofeos conteinentales: campeón de la Copa América de 1949 y de la Copa Branco. Solo faltaba el empate o la victoria en el último partido para lograr la hegemonía del fútbol mundial ante su propia gente.

Uruguay también llegaba a la final con el ánimo en alza, ya que se trataba del primer campeón e invicto en participaciones mundialistas (no jugó en Italia 1934 ni en Francia 1938), y llegaba a esta instancia para disputar el clásico sudamericano y así definir el titulo en Rio de Janeiro.

El imponente estadio Maracaná desbordaba por completo: alrededor de 200.000 almas (según la FIFA, había 173.850 espectadores) querían ser testigos de ver a Brasil campeón.

En el primer tiempo, los locales habían puesto contra las cuerdas al arquero Roque Máspoli con 17 llegadas, 6 de ellas de extremo peligro. Pero Uruguay, no se quedó atrás. El primer aviso fue a través de un disparo de su goleador Óscar Míguez que dio en el palo, y a pocos minutos para el final de la primera etapa.

Brasil comenzó ganando y el pueblo se sentía campeón.
Brasil dominaba el partido y, antes de cumplirse los dos minutos del complemento Friaça recibió un pase de Ademir y estableció el 1-0 para el delirio total de su pueblo que veía que el sueño de salir campeón comenzaba a tomar color con el correr de los minutos.

Herido en su orgullo, Uruguay no se quedó atrás a pesar de que los brasileño festejaban el título por anticipado. Obdulio Varela, el capital charrúa, fue el encargado de llevar al equipo adelante con su estilo aguerrido y su voz de mando característico: “o ganamos aquí o nos matan a todos”, había señaladoel emblema uruguayo -y a los gritos- en medio del partido frente a sus compañeros.

Uruguay había empatado con un golazo de Schiaffino.
Los uruguayos tomaron como propia la voz del capitán Varela y salieron en busca del empate.  A los 21’ Alcides Gigghia dejó en el camino a Bigode, ingresó al área local y llegó hasta el fondo para un centro atrás para Juan Schiaffino, quien empalmó de derecha el balón y lo clavó arriba, sobre el primer palo de Barbosa, para el milagroso 1-1 de los visitantes y preocupación de los brasileños.  

Pero a los 34 se produjo el mayor impacto jamás vivido en la historia del fútbol: Gigghia se escapó de nuevo frente a Bigode, ingresó al área y en lugar de repetir la acción anterior (centro para Schiaffino) sacó un feroz remate rasante que se metió entre el primer palo y la estirada de Barbosa, para dar vuelta la historia: 2-1 para Uruguay y silencio absoluto en el Maracaná, como nunca se ha vivido en un partido de fútbol.

Tras el 2-1 de los visitantes, corrían los minutos y al mismo tiempo la desesperación de los brasileños por emparejar el marcador. En más de una ocasión, los héroes uruguayos confesaron que habían sido testigos del mayor velatorio de todos los tiempos, donde unas 200.000 almas “morían” de tanto dolor, de desconsuelo y desilusión por ver en carne propia cómo el sueño de quedarse con la Copa se evaporaba delante de sus propios ojos.

Schiaffino llora, sin consuelo. El Maracanazo ya es un hecho
Aquel memorable gol de Gigghia significó el heroico triunfo de Uruguay, el más emblemático que se pueda recordar en cualquier competencia deportiva hasta esta época que llevó el mote de la "garra charrúa", pero a su vez se traducía en una puñalada directa al corazón de los brasileños, especialmente para Barbosa, un arquero “muerto en vida”.

“En este país, la pena máxima para un crimen es de 30 años. Yo no soy un delincuente y ya he cumplido diez más. Tengo derecho a dormir tranquilo”, había declarado Barbosa en una entrevista realizada en 1994, seis años antes de su muerte. Incluso, un dirigente de la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF) le había negado la visita a la selección vedeamarela en el Mundial de EE.UU por considerar que el arquero "traía mala suerte".

Es que después de aquella final, el portero cargó para siempre con el estigma de haber sido el “culpable” de la derrota de Brasil. Barbosa fue bautizado como “el arquero que murió dos veces”.

"TRISTEZA NAO TEM FIM"

Brasil intentó sin alma llegar al empate pero el resultado pudo más que el corazón de los jugadores. El dolor y el llanto desconsolado era cada vez más inmenso en  cada segundo que transcurría el partido, hasta que el árbitro inglés George Reader dio por finalizado el partido.

Uruguay campeón del mundo y por segunda vez en su historia tras la epopeya de 1950, popularmente conocida como el Maracanazo. El coraje, amor propio y la garra de los charrúas pudo más que la soberbia y el jogo bonito de los brasileños, quienes pensaron el que Mundial ya estaba ganado antes de tiempo.

Fue tal la desazón de su pueblo a tal punto que los futbolistas uruguayos, en la más absoluta de las minorías, se asociaron al dolor de los brasileños. No había manera de celebrar un título ante semejante dolor colectivo y por eso, Jules Rimet, el presidente de la FIFA en aquel momento, le entregó la Copa a su capitán Schiaffino a escondidas, sin festejos ni alegrías.

El Maracanazo representa la mayor proeza que pudo observarse en una competencia deportiva, pero para los brasileños ha sido una tristeza infinita. Ni siquiera las cinco copas ganadas pueden apagar un dolor que se lleva de por vida.




FICHA TECNICA

Brasil 1: Barbosa, Augusto, Juvenal, Bauer, Danilo Alvim, Bigode, Friaça, Zizinho, Ademir, Jair e Chico. DT: Flávio Costa

Uruguay 2: Roque Máspoli, Óscar Míguez, Juan Schiaffino, Rubén Morán, Eusebio Tejera, Victor Rodríguez Andrade, Matías González, Obdulio Varela, Alcides Ghiggia, Julio Pérez, Schubert Gambetta. DT: Juan López

Goles: ST: Friaça 2’ (B), Schiaffino 21’ (U) y Ghiggia 34’ (U).

Árbitros: George Reader (ENG); Arthur Ellis (ENG) e George Mitchell (SCO)
Día: 16 de julio de 1950
Estadio: Maracaná (Río de Janeiro), Brasil
Público: 174.000 espectadores

Nota creada y publicada por @maxikron

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